Siempre me ha gustado el chocolate. No sé si será esa crocante sensación al morderlo, la suavidad cuando se derrite en la boca o el sabor dulce, y un tanto amargo a veces, inconfundible de un buen chocolate.

O quizás sea esa marea de endorfinas alegres revoloteando cada vez que doy un mordisco a un chocolate, que según dicen se siente parecido a cuando nos enamoramos …

Lo cierto es que no ando por la vida pensando en el por qué me gusta el chocolate. Me gusta y ya. Lo disfruto cada vez que puedo y doy gracias a Dios por haber creado el cacao!!!

En fin, algo parecido me sucede cada vez que estoy frente a ti, uno de mis queridos alumnos; disfruto enseñándote. No sé si será esa mirada fascinada que tienes cuando te ayudo a entender algo que creías era muy complicado, o quizás cuando veo como vas progresando y superándote a ti mismo cada día más. O puede ser cuando me cuentas que lograste una meta (profesional o personal) gracias a lo que aprendiste en este camino.

La razón por la que me gusta enseñar, creo que no es lo más importante, como con el chocolate; lo importante es poder sentir esa felicidad y sensación de plenitud al hacerlo, que estoy segura se transmite de forma inmediata a todos mis alumnos.

Espero en estos años de enseñanza, que tú lo hayas sentido así, haberte contagiado este amor por el inglés, haber ayudado a que te dieras cuenta que sí se puede aprender inglés, o lo que sea, siempre y cuando se tenga motivación y dedicación.

Ahora es el momento de continuar este camino, seguir disfrutando, además de la felicidad al momento de compartir conocimientos, disfrutar de la amistad que me has brindado, de ese vínculo tan hermoso que se crea entre alumno y profesor…

Estoy agradecida a Dios … que además de haber creado el cacao… también me permitió conocerte y poder guiarte en el camino del conocimiento de este maravilloso idioma…